ENERO

Los días pasan rápidos, sin apenas darnos cuenta de vivir cada segundo, cada minuto, cada hora, Al final, un día, otro día... y otro más. ¿Cuando leches ha pasado esta hora que no me he dado cuenta?. Y cuando por un momento te paras, te centras y recapacitas... ya son 35. Sí, ya tengo 35 años y me asusta lo rápido que ha pasado el tiempo.
Parece que fue ayer cuando disfrutaba de mi adolescencia rebelde. Parece que fue ayer cuando me pasaba los días de pelea con mi madre porque yo no quería que nadie se metiese en mi vida. Parece que fue ayer cuando estudiaba en Granada (¡Ay, mi Granada!). Parece que fue ayer cuando me casé, cuando me quedé embarazada, cuando sufrí tanto en el nacimiento de mi primer hijo, cuando me sorprendí con el embarazo de mi segundo hijo...y recordando recordando llego hasta hoy. ¿Cuántos años han pasado?: 15- 18, uff, qué miedo.
Me dá miedo tanta velocidad. Quisiera parar un poco el reloj, recrearme en recuerdos y observar detenidamente la actualidad.
Quisiera parar la escena como en una película, y disfrutar de cada detalle. Quiero mirarlo todo y descubrir la esencia de cada cosa, de cada persona. Sentir los colores, los olores y vivir esas sensaciones que te dejan las pequeñas cosas de cada día pero sin las cuales nuestros días no serían los mismos.
Me gustan los pequeños detalles, cada minúsculo rasgo que hace que las cosas se diferencien unas de otras.
Pero, ¡oh, paradoja!, puedo pasarme horas haciendo pequeñas cosas; esas pequeñas cosas que me relajan y que requieren de mi cariño y dedicación.
Pequeñas cosas como estas:

Mis pequeñas cosas.
Amaya.